lunes, 17 de octubre de 2011

Transgénicos afectan la miel mexicana.


 En el marco del Día mundial de la alimentación, alertaron que el número de hectáreas destinadas a las siembras de semillas transgénicas de maíz, algodón, trigo y soya autorizadas por el gobierno federal avanza silenciosamente poniendo en riesgo de contaminación no sólo las cosechas de estas plantas sino otros productos relacionados con nuestra alimentación.
Los productos que llevamos a nuestra mesa están en alto riesgo de contener transgénicos, lo que implica además de riesgos para la salud de los consumidores, la imposibilidad de acceder a los mercados donde se exige la certificación de que los productos sean totalmente libres de organismos genéticamente modificados (OGM).

El Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), dependencia de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), otorgó a la empresa Monsanto un permiso para la liberación en programa piloto de 30,000 hectáreas de soya genéticamente modificada amenazando la producción y comercialización de la miel de la península de Yucatán, de la que dependen mas de 16,000 apicultores campesinos: miel que por sus características, origen floral y calidad tiene como mercado preferente a la comunidad económica europea”, señaló Pablo Duarte Sánchez, coordinador de la UNORCA en Yucatán.
México es el sexto productor y tercer exportador mundial de miel de abeja. El destino principal de estas exportaciones, de la cual dependen más de 40,000 apicultores, es la Unión Europea. Pero esta posición envidiable se está viendo amenazada por cultivos de maíz transgénico y soya transgénica.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea prohibió la comercialización de mieles que contengan polen de origen transgénico no autorizado (maíz MON 810 de la empresa Monsanto).
“Del pronunciamiento del Tribunal se desprenden dos situaciones: si se trata de polen de plantas transgénicas no autorizadas para la alimentación, la miel sencillamente no puede comercializarse (principio de tolerancia cero); si se trata de polen de plantas transgénicas autorizadas para la alimentación, es posible comercializar la miel, indicando en una etiqueta la leyenda “Contiene ingredientes modificados genéticamente” cuando su contenido sobrepasa el 0.9 por ciento. Sin embargo, la comercialización de miel con este etiquetado parece casi imposible, cualquiera que sea su origen, dado que la gran mayoría de los consumidores europeos rechazan los alimentos transgénicos”, alertó Ernesto Ladrón de Guevara, representante de la UNORCA.
Los principales comercializadores de miel de la región han comenzado a recibir avisos de sus compradores respecto a la necesidad de garantizar que la miel producida en la región se encuentra libre de polen de plantas transgénicas.
En el caso de la península yucateca, que es extremadamente plana, no hay forma de evitar que el polen de las plantaciones transgénicas contamine todas las demás plantaciones. La autorización de transgénicos resulta incongruente con los programas que el gobierno federal ha venido impulsando desde el sexenio anterior para garantizar la inocuidad de la miel producida en la región.
“La experimentación a campo abierto en nuestro país únicamente busca probar resistencia a insectos y a herbicidas, no el flujo génico que inminentemente contaminará cultivos de maíz nativo, así como la producción de miel, perjudicando tanto a productores como a consumidores por tratarse de organismos que no han sido correctamente evaluados y que no ha descartado afectaciones para la salud humana. Es urgente que las autoridades reinstalen la moratoria a cultivos transgénicos, tal como lo ha recomendado el Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier De Shutter”, demandó, Aleira Lara, coordinadora de la campaña de Agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace México.
“No podemos dejar de subrayar que la adopción de transgénicos representa una amenaza para la soberanía alimentaria, ya que las semillas y su contenido genético son propiedad de las empresas que los generan, no de los campesinos. Más que por ventajas tecnológicas productivas, la expansión de los transgénicos se viene dando como un negocio de mutua conveniencia y connivencia entre corporaciones transnacionales y alta burocracia gubernamental del sector agropecuario y financiero (SAGARPA, FINANCIERA RURAL, FIRA, FIRCO BANCA). Ante esta situación, la sociedad civil tiene que tomar acciones y hacer presentes sus demandas, intereses y presencia”, concluyeron los participantes.
Fuente: Greenpeace.com

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