¿Es la Antártida, considerada la región más seca, ventosa y fría del planeta y, por tanto, tradicionalmente inaccesible para el hombre, víctima de la contaminación? Un equipo de investigadores de la Universidad de Murcia, de la Estación Experimental de Zonas Áridas y del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC ha evaluado el impacto que la actividad humana produce en el medio antártico, estudiando para ello las especies de pingüinos Adelia, Barbijo y Papúa dentro del proyecto PINGUCLIM. Tomando muestras en las plumas de 207 pingüinos, recogidas en ocho localidades distribuidas a lo largo de la península Antártica, han medido las concentraciones de diversos elementos como aluminio, cromo, manganeso, hierro, níquel, cobre, zinc, arsénico, selenio, cadmio y plomo.
Los resultados reflejan que existe un aumento de la contaminación por metales pesados desde el sur hacia el norte de la península Antártica. Es en esta zona donde se concentra la mayor parte de las actividades humanas en la Antártida tanto por el desarrollo de actividad científica como por el incremento en la presencia de turistas. En concreto, en las islas Shetlands del Sur se encuentran los niveles más altos de varios elementos tóxicos como el cromo, manganeso, cobre, plomo o selenio en las plumas de estas aves.
Estos niveles además son similares a los encontrados en otras regiones del planeta a priori más contaminadas, mostrando que algunas zonas de la Antártida no están exentas de contaminación. La actividad humana a nivel local, pero también a través del transporte de contaminantes a nivel global,
parecen ser los responsables.
Fuente: Muy Interesante.
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