JALTENANGO, Chiapas (CNNMéxico) — Chiapas es el principal productor mundial de café orgánico, 18 millones de toneladas anuales son producidas por más de 60 mil productores, una tercera parte son mujeres indígenas y campesinas que cultivan los cafetos bajo la sombra de árboles nativos, sin usar agroquímicos para evitar contaminar la tierra.
Rosalía Roblero vive en el poblado Santa Rita, uno de los 29 ejidos que hay en la biosfera El Triunfo, un bosque de niebla ubicado en la Sierra Madre de Chiapas. Desde tres generaciones atrás en su familia se dedican al cultivo de café, primero fueron peones de las fincas cafetaleras que extranjeros alemanes y turcos fundaron en esa zona, a principios del siglo pasado.
Ahora, Rosalía Roblero y su familia son propietarios de tres hectáreas de tierra que dedican al cultivo de café orgánico en esa región que el gobierno federal declaró en 1990 como área natural protegida. Al igual que Rosalía, en la zona de la biósfera viven unas 14 mil personas, casi todos cafeticultores, refiere Juan Carlos Castro, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) del gobierno federal.
Rosalía explica que en su ejido una parte de las tierras fueron destinadas como reserva, en el resto se siembra café. Al menos una tercera parte de los campesinos de este lugar –explica– decidieron desde hace casi una década dejar de usar agroquímicos y fertilizantes artificiales en la producción.
“Tuvimos muchas pláticas para tomar esta decisión porque es más fácil meter fertilizante y sacar más producción; pero vimos que así la tierra (fértil) se acaba, y si se acaba la tierra nos quedamos como nuestros antepasados: sin tierra, sobreviviendo empleados, como peones”, explica la mujer entrevistada en su vivienda en el poblado Santa Rita.
Sergio Cortina Villa, especialista miembro del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), explicó a CNNMéxico que la zona de la sierra de Chiapas tiene un alto índice de deforestación; sin embargo en la región de la biosfera El Triunfo, donde se cultiva el café orgánico, esta problemática disminuyó desde el año 2003 a la fecha, debido a que las prácticas de conservación incluyen la preservación de los árboles nativos que dan sombra a los cafetos.
“El mejor café de Chiapas se da en esta zona porque los cultivos están a una altura de más de mil metros sobre el nivel del mar. Pero trabajarlos no es fácil, hay que caminar mucho sobre la sierra para cuidar los cafetos y los árboles como el liquidambar, que son los que le dan sombra y sabor al grano”, dice Rosalía, mujer sencilla de manos callosas que al igual que los campesinos de la región, se ha vuelto una especialista en la producción de café.
En época de cosecha, durante los meses de enero a mayo, Rosalía, su esposo y dos de sus hijos se levantan a las 4 de la mañana para empezar la faena. Llegar a las plantaciones les lleva entre una hora y hora y media de camino. Una vez allá, uno a uno desprenden los frutos rojos de los cafetos, e inician el proceso de despulparlos y lavarlos para sacar los dos granos de café que cada cereza lleva adentro. Luego, a lomo de burro, transportan los granos hasta los patios de sus viviendas, en donde los ponen a secar durante varios días.
El siguiente paso es venderlos, ya sea a través de alguna de las cooperativas de cafeticultores que hay en la zona, o con los compradores de grandes empresas como Agroindustrias Unidas de México (AMSA), principal proveedora de las cafeterías Starbucksen el mundo.
“En la venta es donde tenemos un problema, porque este café lo compran en Estados Unidos y Europa, pero hay que juntar cargamentos como de 2 mil sacos para que salga el costo de transporte”, explica Rosalía.
La campesina cuenta que hasta hace algunos años el café se lo vendían al “coyote” (como se le dice al intermediario), pero ahora en esta parte de la sierra grupos de campesinos formaron cinco cooperativas –la Yajnoptic, Ramal Santa Cruz, Triunfo Verde, Cesmach y La Unión el Triunfo– a través de las cuales intentan comercializar su producto.
Según el diagnóstico titulado Escenario Actual del Café, realizado en junio de 2010 por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), México es el principal productor de café orgánico en el mundo.
Aporta 30 millones de toneladas al año, de los cuales el 57% es producido en Chiapas; el resto de la producción la realizan Oaxaca, Veracruz, Guerrero y Puebla. El principal mercado de este producto, señala el informe, es el europeo.
Taurino Reyes Santiago, director ejecutivo de Certimex, una de las 20 agencias de certificación de productos orgánicos que existen en México, explicó a CNNMéxico que si bien la demanda mundial de productos orgánicos crece a un nivel del 5% anual, los campesinos deben obtener suficientes volúmenes de producción para formalizar el mercadeo a través de contratos previos de compra.
Para realizar este proceso –señala– los campesinos que vienen del sector social con altos niveles de marginación, y cuyos terrenos tienen en promedio 2.5 hectáreas, no cuentan con incentivos económicos y políticas de apoyo por parte del Estado.
Manuel Ángel Gómez Cruz, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo Rural Integral (CIIDRI) de laUniversidad Autónoma de Chapingo, planteó en entrevista que esta situación es contradictoria con una política de Estado que busque la conservación, porque la producción de orgánicos es una de las pocas alternativas que existen en México para contener el cambio climático, la preservación del medio ambiente y el fomento a la salud de los consumidores.
Ante este panorama Gómez Cruz explicó que durante el Primer Foro Internacional en Agricultura Orgánica y Comercio Justo que se llevó a cabo en Chiapas en noviembre de 2010, académicos, especialistas y productores, propusieron estrategias para revertir la problemática.
Entre las estrategias está una propuesta que se hizo al gobierno mexicano para que otorgue financiamiento a las organizaciones de productores orgánicos, y estos puedan pagar a sus agremiados el producto aún antes de comercializarlo en el mercado.
También hacer una amplia campaña de promoción de estos productores entre la población del país, de manera que la venta no dependa de la oferta que se dé en el mercado mundial.
En tanto se da este proceso, Rosalía y su familia luchan por sacar la producción de café de este año, y así cumplir con los contratos de venta. Lo que obtenga de la producción de este ciclo, dependerá su seguridad económica para los siete meses restantes.
Fuente: bioagricultura.wordpress.com / CNN México
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