Una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que las exigencias de comida exageradas no compensan energéticamente.
Esta circunstancia aseguraría que las crías no puedan manipular las pautas de alimentación de los padres. El estudio, realizado con pollos de alcaudón meridional, un ave muy extendida por la Península Ibérica, ha sido publicado en la revistaJournal of Evolutionary Biology.
“Las crías de aves altriciales, aquellas que nacen ciegas, sin plumaje y casi sin movilidad, piden comida mediante un comportamiento extravagante y llamativo. Sin embargo, ese comportamiento tiene un coste, ya que las exigencias insistentes repercuten de forma negativa en la capacidad de crecimiento y en la respuesta inmune de los pollos”, explica el investigador del CSIC Gregorio Moreno-Rueda, de la Estación Experimental de Zonas Áridas.